Así es el impacto ambiental de los perros; un problema que los dueños no deben ignorar.
- Huellas y Letras

- 20 may
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MIDIA MASCOTAS
El estudio revisa el impacto del gran carnívoro más común del mundo en la vida salvaje. La alimentación para gatos impulsa el crecimiento de la industria de la alimentación animal en España
Hay cerca de mil millones de perros en el mundo. Son nuestros compañeros y miembros de familia, nos hacen reír, nos obligan a salir a caminar y, para muchos, son una fuente indispensable de apoyo emocional. Pero detrás de esa proyección de todas sus bondades, también se esconde una realidad que resulta cada vez más difícil ignorar: los perros tienen un impacto ambiental mucho mayor del que solemos imaginar.
Según un reciente análisis publicado en Pacific Conservation Biology, el efecto de los perros domésticos sobre la naturaleza es “extenso y multifacético”. No se trata solo de casos aislados, sino de un problema global que se ve amplificado por el enorme número de perros en el mundo y, en muchos casos, por el comportamiento desinformado y poco cuidadoso de sus responsables y titulares.
Un perro paseando junto a su dueña por el campo.
Uno de los principales focos de preocupación es la perturbación que los perros generan en la vida silvestre. A diferencia de los gatos, cuyo impacto ambiental está bien documentado, los perros han pasado más desapercibidos en este terreno. Sin embargo, los estudios revelan que también pueden alterar significativamente los ecosistemas naturales.
En Australia, por ejemplo, los ataques de perros que van sin correa han contribuido a la disminución de poblaciones de pequeños pingüinos en Tasmania. En Estados Unidos, se ha observado que especies como ciervos, zorros o linces rojos tienden a evitar zonas donde hay presencia regular de perros, incluso cuando estos ya no están presentes físicamente. Y es que los residuos que dejan, como la orina, las heces o sus rastros de olor, pueden modificar el comportamiento de otros animales y alterar la química del suelo y el crecimiento de las plantas.
Contaminación y huella de carbono
Más allá del impacto sobre la fauna, los perros también contribuyen a la contaminación de ríos y lagos. Los excrementos que no se recogen y los residuos químicos de productos antiparasitarios están dañando los cursos de agua, afectando a los invertebrados acuáticos y por extensión a la salud de los ecosistemas.
En el 100% de los nidos de herrerillos y carboneros se ha encontrado presencia de fipronil, un insecticida prohibido por la UE para su uso en la agricultura debido a su alta toxicidad para la avifauna.
Descubren que los pelos de perro que las aves usan en sus nidos tienen parasiticidas tóxicos
El alimento para perros es otro punto a analizar. Solo la industria del pienso seco tiene una huella medioambiental que equivale al doble de la superficie del Reino Unido (Peter Alexander et al, 2020), y genera entre 56 y 151 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
La buena noticia es que nadie está sugiriendo dejar de tener perros. Su valor emocional y social es incuestionable. Pero esos beneficios no eximen de responsabilidad. “Damos vía libre a los perros porque son muy importantes para nosotros”, explica el biólogo Philip Bateman, autor principal del estudio, “sin embargo, sus efectos ambientales no pueden seguir ignorándose”.
Qué podemos hacer como cuidadores responsables
El estudio señala que muchas de estas consecuencias negativas podrían reducirse de forma sencilla si los cuidadores y convivientes con perros adoptaran hábitos más responsables, entre los que se recomiendan:
. Recoger siempre los excrementos, incluso en zonas rurales o boscosas.
Mantener a los perros atados en áreas naturales sensibles, como playas y reservas, especialmente durante las temporadas de anidación de aves.
. Evitar el uso excesivo de productos químicos y optar por alternativas más sostenibles en la alimentación y el cuidado del perro.
. Respetar las zonas de exclusión canina y exigir la creación de más espacios controlados donde los perros puedan disfrutar sin poner en riesgo el entorno.
“Muchas personas piensan que sus acciones individuales no marcan la diferencia, pero eso lleva a un deterioro colectivo de los espacios naturales compartidos”, advierte Philip Bateman en la nota de prensa.
La reutilización de residuos cotidianos, como las botellas de agua (¡sin tapón!), son una opción a valorar si queremos reducir la huella de carbono de nuestros perros.
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Una cuestión de equilibrio
El mensaje no es de censura, sino de conciencia. Querer o tener simpatía por los perros y cuidar del planeta no son acciones incompatibles, si bien, este mismo enfoque, cuando se ha aplicado a los gatos, ha derivado en enfrentamientos intensos entre conservacionistas del medio ambiente y los defensores de los felinos, lo que plantea dudas sobre cómo será recibido un mensaje similar en torno al impacto ambiental de los perros. “El verdadero reto está en encontrar un equilibrio entre la convivencia con nuestros animales domésticos y la protección del entorno que compartimos”, concluye Bateman.
Y si no se sabe por dónde empezar, el propio investigador lanza un consejo espontáneo y directo en The Guardian: “Si no vas a hacer nada más, al menos recoge la mierda de tu perro”. https://www.20minutos.es/noticia/5706401/0/nuevo-estudio-sobre-impacto-ambiental-los-perros-un-problema-que-los-duenos-no-deben-ignorar/

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